Madeira es una tierra irregular y diferente. Un sol espléndido, temperatura suave y un mar azul y cristalino. Isla que envuelve un ambiente de paz y tranquilidad. Un pueblo simpático que ha sabido acoger al turista durante más de doscientos años.
Surgida de la lava posee un suelo atormentado pero de inigualable belleza, con altas montañas llenas de verdor y colorido. El encanto de Madeira se revela también en sus gentes, su folclore, sus cascadas de flores, su excelente vino, sus bordados artesanales, etc.
Lugares de interés
Cabo Girao, el segundo acantilado marino más alto del mundo, los Jardines Blandy, que albergan una excelente colección de camelias, magnolias y rosas, Caniço, pueblo notable por su parroquia del siglo XV. En Funchal, la Catedral, el Palacio de Sao Lourenço, el Museo de Arte Sagrado, con impresionantes tesoros eclesiásticos y pinturas flamencas de toda la isla, la Praça do Municipio, el Barrio Viejo (Zona Velha), tradicionalmente el barrio de los pescadores, con calles llenas de restaurantes, talleres y tiendas, el Mercado dos Lavradores, el mercado principal de la ciudad, que está especialmente animado por las mañanas. Dentro hay un patio central rodeado de puestos que venden fruta y verduras. En la entrada las floristas ejercen su profesión vestidas con los trajes tradicionales.
Qué hacer
Situada frente a una amplia y abrigada bahía, Funchal, la capital, concilia su vocación de estancia de turismo, con una fuerte oferta cultural reveladora de su historia, a la que no falta el brillo de las fiestas. Deléitate con los bordados y objetos de mimbre, que constituyen verdaderas obras maestras, así como el famoso Madeira, vino generoso que desde hace más de cuatrocientos años divulga el nombre y el sabor de la isla por todo el mundo. Merece la pena descubrir la isla Porto Santo, muy llana comparada con la isla principal. Te espera una extensa playa, de arenas con propiedades terapéuticas. En Vila Baleira, la pintoresca villa capital, visita la casa donde vivió el navegante Cristóvão Colombo.