27/05/2019
"Futuro malagueño ilustre... No puedes dejar de reir desde que Tomás García sale al escenario"
Fue el colofón a una tarde-noche de sorpresas de cumpleaños a mi pareja y si las otras habían sido fabulosas, esta fue excepcional, porque paticularmente, este artista ha madurado muchísimo respecto a aquel chico que hace más de una década dije de él que era un diamante en bruto y sólo le faltaba madurar en el escenario... así ha sido. Sólo le deseo lo mejor, porque a sus 32 años, sin desmerecer al teatre Raval, debería estar llenando teatros en Barcelona con la capacidad de los que más o menos él va sumando durante su espectáculo... :)
¿Si fueras el organizador o promotor del espectáculo que harías diferente?
Simplemente tener en cuenta que cada vez que Tomás se acercaba al borde del escenario, la cara no le queda alumbrada.
¿Si pudieras hablar con el artista (cantante, actriz, actor,...) qué le dirías?
Más allá de lo que ya he citado, de un sencillo jiennense de nacimiento y catalán de adopción, al margen de que es un fenómeno y un futuro malagueño ilustre, como esos otros tantos que cita en su monólogo, incluyendo al dueño de la Citroen... (el tiempo dirá si estoy en lo cierto), decirle sólo algo que seguro que él ya sabe y hace (aliviando con agua durante su espectáculo), que por favor cuide mucho su voz que aunque ya roce los 50 años, desearía vivir mucho otros entreteniéndome con la interpretación de mi tocayo de apellido. Haces fácil lo difícil, caballero, como es hacer reir sin parar, a TODO un teatro, sea del tamaño que sea, alegrando un ratito, la vida de quien acude a verte. De momento ya recomendé verte para el 21 y 22 de Junio a toda mi gente y amigos. Suerte!!! Un abrazo y hasta siempre!!! Alfonso García
Positivo: Agilidad, soltura, seguridad, improvisación, positividad,... en su interpretación. Muy bueno el final. Estoy seguro que nadie, absolutamente nadie, lo esperaba.
Negativo: Nada, en absoluto porque a pesar de la duración de su representación, SIN DESCANSO ALGUNO (todo un logro), no te aburres, ni te "evades", en ningún momento, a pesar de que estábamos en la última fila, con un maleducado, dando palmadas que obligaban, incluso a personas de delante suyo, a taparse los oidos cada vez que lo hacía.